En Bolivia, el 27 de Mayo celebramos el Día de la Madre , en conmemoración a
las denominadas “Heroínas de la
Coronilla ”, mujeres que se vieron en la necesidad de defender
a sus hijos ante las tropas realistas españolas en 1812. Armadas con palos y lo
que pudieron encontrar, escalaron la colina de San Sebastián (la Coronilla ) con la
consigna: “nuestro hogar es sagrado” y exhibiendo la imagen de la virgen de la Merced. Ellas
pretendían bloquear el ingreso de las tropas españolas pero, ante la diferencia
numérica, fueron masacradas y tres días después la ciudad estaba ocupada por
los españoles.
En 1927 se decretó que el 27 de Mayo se celebraría el Día de
la Madre en
memoria de estas mujeres valerosas.
Y es que esta es una caracteriza de toda madre; defender a
sus hijos a toda costa. Y pensando justamente en lo especiales que son las
madres y los superpoderes que poseen (como predecir el clima, tus caídas y
saber cómo curar efectivamente un resfrío a plan de remedios caseros),
presentamos un espectáculo especial para ellas: Cosa de madres.
Amigos de La Boca esperando el espectáculo. |
Nuestra relación con nuestras madres va cambiando a través
del tiempo. Cuando uno es pequeñito está siempre pegado a su mamita, cuando nos
vamos haciendo adolescentes nos alejamos un poco de ellas y es que pasan de ser
dulces con nosotros a ser insoportablemente protectoras. A cuántos de nosotros
no nos ha pasado escuchar sus frases famosas: “Si me levanto no va a ser en
vano”, “Te vas a caer”, “¡¿Estas son horas de llegar?!”, “¡¡¿Te mandas sólo o
qué?!!”, “No sé para quien cocino”.
La verdad es que son especiales.
Leyenda
africana
Hace mucho, mucho tiempo, vivían en una aldea
dos mujeres jóvenes que no habían tenido la suerte de tener ni hijos, ni hijas.
Había un dicho según el cual "una mujer sin hijos era una fuente de
desgracias para la aldea".
Un día, una señora vieja golpeó a su puerta
para pedir comida. Las mujeres jóvenes la recibieron con mucha amabilidad y le
dieron de comer y ropa para vestirse. Después de comer y extrañada por el
silencio y la ausencia de voces infantiles, la anciana les pregunto:
- ¿Dónde están vuestros hijos?
- Nosotras no tenemos hijos, ni hijas y por
eso, para no causar desgracias a la aldea nos pasamos el día fuera del pueblo.
Entonces, les dice la señora:
- Yo tengo una medicina para tener hijos,
pero después de haber dado a luz, la madre se vuelve loca.
Una de la mujeres le contestó que aunque
enfermase ella sería feliz por haber dejado un niño o una niña en la tierra. En
cambio, la segunda le dijo que no quería enloquecer por un hijo.
La señora vieja dio la medicina solo a la que
se lo pidió.
Después, algunos años más tarde la señora
vieja regresó al pueblo y se encontró a las dos mujeres jóvenes. La que no
había tomado su medicina le dijo: "Tu nos dijiste que quien tomara la
medicina se volvería loca, pero mi hermana la tomó, tuvo una hija y no
enfermó"
Y la anciana le respondió: "Volverse
loca no quiere decir que se convertiría en una persona que anduviera rasgándose
las ropas o que pasara todo el día mirando a las nubes como si paseara por el
aire; lo que yo quise decir es que una mujer que da a luz un niño o una niña
estará obligada a gritar todo el tiempo, para a continuación no parar de reír,
llorará por la criatura, le pegará, le amará… Eso es él ser madre y volverse
loca.
Y es que ellas a través de los años siempre van a decirnos:
Para siempre te amare, Para siempre te querré mientras en mí hay vida, siempre
serás mí bebe. Y lo hermoso es que ellas siempre serán nuestras mamás.
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