miércoles, 11 de junio de 2014

El vendedor de sueños



Presentamos el vendedor de sueños en el Instituto Cultural Boliviano Alemán (ICBA), para muchos niños y niñas llenos de energía y sonrisas. Además de sus acompañantes más grandes que también disfrutaron y participaron del espectáculo.



El vendedor de sueños llega con sus tres amigas en un tren mágico que sólo funciona con la ayuda del público; así que ellos tienen que soplar, aplaudir, cantar y hacer Chu chu, tal y como lo haría un tren. Y cuentan todas las historias que han vivido en sus viajes a diferentes lugares.



En la selva, cuentan la historia de "Las medias de los flamencos" de Horacio Quiroga. Donde se celebra una fiesta en la selva a la cual todos están invitados. Cada animal confecciona su traje especial para la ocasión; pero, los flamencos que no eran muy brillantes buscaron y buscaron hasta que decidieron ponerse unas medias rayadas de colores. Buscaron por todas partes hasta que encontraron las perfectas. Eso sí, tenían que bailar sin parar toda la noche. Pero mientras bailaban una de ellas tropezó y dejó ver que aquellas medias tan hermosas que todos envidiaban eran ni más ni menos que las pieles que dejaban las víboras de coral. Las cuales muy molestas comenzaron a mordisquear las piernas de los flamencos. Es por eso que sus piernas son tan coloradas.


Luego viajaron por la granja donde se toparon con una gallina muy hermosa que invitó a todos sus amiguitos de la granja a hacer pan con ella. Como todos le ayudaron, la gallinita repartió un pedazo de pan a todos.


Gracias los aplausos de los niños, el Vendedor de sueños y sus amigas llegaron a la tierra de los monstruos. En "El Coco" de Farah Rahib, el Vendedor de sueños cuenta como logró deshacerse del Coco que vivía en su habitación con la ayuda de sus juguetes que le dieron valor para grita "¡Fuera de aquí Coco malo!". Pero al notar su ausencia se da cuenta que lo extraña mucho y pide a todos los niños que si lo encuentran le digan que lo extraña y que puede volver a asustarlo cuando quiera.

En esta tierra, existía también el Monstruo de las cosas malas, el cual crece cuando alguien dice o hace algo malo. Sólo con pensamientos y acciones buenas se puede hacer que este monstruo se haga pequeñito, pequeñito para poderlo guardar en una cajita imaginaria para que ya no nos moleste.

Viajaron por muchas partes contando historias de ratones, niños y muchos animales hasta que llegaron a las nubes para poder contar la historia de Manuelita. Una niña que soñaba mucho despierta y por ello siempre estaba en las nubes. Esto se convirtió en un problema porque las nubes se metían por todas partes y distraían a sus compañeritos de clase, además que Manuelita siempre estaba despistada por lo cual no sabía dónde dejaba las cosas y nunca recordaba hacer las tareas. A la mamá de Manuelita esto le preocupó muchísimo así que le compró un par de zapatos de metal muy pesados para que Manuelita tuviera los pies en la tierra. Si bien gracias a los zapatos Manuelita comenzó a hacer sus tareas, a recordar dónde dejaba las cosas y a ser más limpia, la sobredosis de pies en la tierra la estaba apagando poco a poco: ya no reía, ya no soñaba, ya no era feliz. Así que su mamá le quitó los zapatos, le puso unas cuantas nubes que encontró debajo de la cama y vio como su hija comenzaba a ser feliz de nuevo. Y para que esto no volviera a suceder ella se compró aceite y se lo puso en el cuerpo para que los comentarios de otras personas le resbalen.


Luego de todas esas maravillosas historias el Vendedor de sueños partió en su tren junto a sus amigas para seguir llevando sueños hermosos a todos los niños.




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