viernes, 31 de octubre de 2014
Noche de difuntos
Como en varios países del mundo, en estas fechas se celebra la visita de los difuntos al mundo de los vivos. En Bolivia, la celebración se llama "Todos santos". Se cree que al medio día del 1º de noviembre los difuntos bajan del cielo, o suben desde el infierno, y visitan a sus seres queridos. La puerta de los dos mundos está abierta durante 24 horas. Los vivos reciben a sus familiares cantando, rezando y llenando una mesa de Mast´aku con todo lo que al fallecido le gustaba: comida, bebida, juegos, fotos, etc. Además de decorarla con muchos objetos simbólicos para la ocasión: tantawawas que son la representación física de los difuntos; las escaleras de pan sirven para subir y bajar del cielo, la cruz, las coronas como elemento de prestigio y status del fallecido; las guirnaldas de flores y cintas de color morado en las tumbas.
Claro que esta es la mejor época para sentarse en círculo con la familia o los amigos y comenzar a escuchar aquellas historias de los difuntos que no quieren irse a su mundo y se quedan sólo para sufrir o pagar sus deudas.
María
Hace muchísimos años en la localidad de Villazón, ubicada en el departamento de Chuquisaca, una joven campesina quedó huérfana. Al no poder sus parientes hacerse cargo de ella la ofrecieron como sirvienta en la casa de una pareja de extranjeros.
María era bonita, con los ojos negros y grandes, labios carnosos y piel morena, usaba unas amplias polleras que ayudaban a disimular un cuerpo finito de apenas quince años; además era extremadamente tímida. Sin decir una sola palabra, cumplía con sus obligaciones en la casa mientras sus patrones iban y venían. "Personas raras" pensaba María al ver que no hablaban ni se relacionaban con nadie del pueblo, tenían mal carácter y eran malos de trato.
En cierta ocasión, aprovechando la ausencia de su esposa, el patrón encerró a María en su cuartito y comenzó a tocarla, entre jalones y el llanto de la pobre abusó de ella. Amenazada de muerte no dijo nada la primera vez, ni la segunda, ni la siguiente.
Pasaron varios meses y María quedó embarazada. Hacía todos los esfuerzos por que no se notara, pero el paso del tiempo no dejaron espacio para esa posibilidad. La patrona al notar su vientre comenzó a preguntarle sobre el padre del bebé; María se negaba pero luego de un par de azotes confesó. La cara de la mujer se fue transformando de sorpresa a vergüenza, de vergüenza a celos y de celos a rabia. Tomó a María por los cabellos y la llevó hasta el patio de la casa. Tomó un machete y golpe a golpe fue haciendo pedazos el pequeño cuerpo de María. Luego de haber calmado si ira,, enterró el cadáver con la ayuda de su esposo.
Hicieron como si nada hubiera pasado olvidando el asunto por completo.
Como si nada también encontraron el cuerpo sin vida de su esposo, unos días después del asesinato de María. Tenía la cara desfigurada de terror y en la mano derecha los huesos de la mano de un bebé.
La esposa tuvo otro fin. Murió luego de varios años internada en el psiquiátrico de la ciudad de Sucre. Gritando hasta el último día que María estaba en su habitación, mirándola mientras mecía a su niño en brazos.
miércoles, 29 de octubre de 2014
Cuentos para Halloween
Estando tan cerca de la fiesta de Halloween, que año tras año se hace más popular en diferentes países del mundo, estuvimos buscando cuentos que nos ayuden a entrar en ambiente. No sólo se trata de los disfraces y de pedir dulces, se trata también de compartir historias de brujas, aparecidos, muertos que no descansan en paz.
Aquí les dejamos con uno especial para la ocasión.
LEYENDA
MEJICANA
Don Pedro estaba perdidamente enamorado de
su mujer. Él solía pensar que era el hombre más afortunado del pueblo por tener
una esposa tan bonita, joven y obediente. Cuando estaba con sus amigos
hablaba de ella, pero los hombres del pueblo intentaban cambiar de tema
siempre poniendo una mirada de temor. Don Pedro cansado de la mala actitud de
sus amigos les preguntó qué era lo que pasaba.
-
Ay
compadre, lo que pasa es que su mujer es bruja. Cada noche sale convertida en
pájaro y entra a las casas a llevarse la sangre de los niños.
- ¿Cómo es
eso posible? ¡Me hubiera dado cuenta! – gritó Don Pedro muy enojado.
- Es
verdad Pedro, la han visto salir de los cuartos de los niños. Pero todos le
tienen miedo porque en sus ojos se puede ver el mismo infierno.
Don Pedro se quedó pensando en lo que le
habían dicho, haciéndose un sinfín de preguntas. Encasa mientras miraba a su
mujer cocinarle no podía creerlo, “Pura envidia” pensó. No podía aceptar
creer que su esposa, con la que vivía cinco años, tan dulce que ella que le
cocinaba todas las noches su comida favorita para que llevara al trabajo al
día siguiente, pudiera ser capaz delo que la acusaban.
Pasaron los días, una mañana mientras almorzaba
separado de sus compañeros, se puso a pensar en su mujer, revolviendo las
tripas rellenas bañadas en un caldo dulce de color rojo intenso que le había
cocinado la noche anterior.
Debía descubrirlo.
Esa noche dijo que se iría a dormir.
Recostado en su cama le hizo un pequeño agujerito a su sábana y desde ahí
espió a su esposa.
Ella en la cocina preparó el horno y sus cacerolas.
Se arrancó un cabello y lo ató alrededor de su pierna. Pedro vio cómo se
desprendía la pierna de su mujer del resto de su cuerpo y de a poco se convertía
en un pájaro de color negro que salía volando por la ventana, dejando su
pierna en la cocina.
Don Pedro de levantó de un salto y lanzó
la pierna al horno, viendo cómo se quemaba con rapidez.
A la media hora volvió su esposa. Comenzó
a buscar su pierna por todas partes pero no podía encontrarla. Don Pedro
salió de detrás de la puerta y de un empujón la metió en el horno. Los gritos
eran tan fuertes y de tanto dolor que se escucharon en todo el pueblo. Don
Pedro se quedó esperando, viendo como el cuerpo de la mujer que había amado
se convertía en cenizas.
Nunca pudo olvidar los gritos de su esposa
y menos aún sus ojos, esos ojos en los que se podía ver el mismo infierno.
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